martes, 9 de septiembre de 2008

Cuerpos

Cuerpos, cuerpos, ¡más cuerpos!
derritiéndose en una desenfrenada locura
de oscuros latidos
deduciéndose al margen del pecado
con el frenético bamboleo mortal
de tus manos temblorosas.

Cuerpos, ¡miles de ellos!
acomplejándose en su huida tosca
contra las boca hambrienta del hambre
o la sed de los pantanos
donde el aire se ahoga
y las aguas mueren vírgenes
bajo la inmundicia del tiempo.

Cuerpos, llenando espacios
retorciendo senos y cuellos
piernas y espaldas, dientes y uñas
doliéndose en la espesura de su carne
cortando, golpeando, ¡doliendo!
con el grito obsceno de los diablos
acomodándose bajo las caderas del mismo infierno.

Cuerpos, demasiados cuerpos
interrumpiéndose el placer con el augurio
de un desolado campo llenos de espinas
donde las manos sangran
y los pies caminan
culpándose de un destino plano
repleto de vacío y nada
vibrando dentro de ellos
como la mismísima muerte
chocando sus huesos contra las sábanas.

Cuerpos, ahora son pocos
se calma el aire y las palabras fluyen
o, simplemente huyen
hacia la morbosidad de un viento etéreo
impregnado de las costras del sacrificio
gritando putas y vomitando siervos negros
como la tinta que describe mi cuerpo.